Nadie quiere guerras ni pelear
Santo Domingo.– Papa Francisco hablaba mucho, pero decía verdades profundas. En una ocasión lo escuché afirmar que "había que prohibir las guerras".
A primera vista, puede sonar como prohibir peleas de barrio, el boxeo o la lucha libre, espectáculos que la gente observa e incluso disfruta.
Pero la guerra no es un espectáculo: es el fracaso absoluto de la humanidad.
Francisco, nacido Jorge Mario Bergoglio en Argentina, creció escuchando relatos sobre las guerras mundiales. Ya adulto, presenció —aunque a distancia— sus consecuencias devastadoras. Sabe que una guerra moderna no deja ganadores, solo ruinas.
Lo mismo ocurre con los líderes mundiales actuales: Donald Trump, Vladimir Putin y Xi Jinping. Todos ellos conocieron a veteranos de la Segunda Guerra Mundial y crecieron en un mundo marcado por los efectos de conflictos pasados. Saben perfectamente que una confrontación entre las potencias que dirigen tendría consecuencias incalculables para la humanidad.
¿Cuál es el contexto internacional actual?
Pero el final de 2025 encuentra al planeta en un umbral delicado: nadie quiere una guerra, pero el sistema internacional se comporta como si el conflicto estuviera a un paso. Las negociaciones se aceleran, las tensiones se multiplican y todas las potencias calibran cada movimiento con una mezcla de temor, cálculo y urgencia. Los pueblos, en cambio, claman por algo sencillo: paz, estabilidad y la posibilidad de vivir sin la sombra de un estallido militar global.
G-20 y Europa
La reunión del G-20 en Sudáfrica envió una señal inquietante. Estados Unidos estuvo ausente, aunque será el anfitrión en 2026, lo cual crea una expectativa geopolítica mientras el mapa del poder global continúa reacomodándose.
Europa, por su parte, enfrenta su mayor prueba desde 1945. Las declaraciones del general francés Fabien Mandon, advirtiendo que Francia debe aceptar la posibilidad de que jóvenes soldados mueran defendiendo el continente, destaparon una verdad incómoda: Europa no está psicológicamente preparada para una guerra con Rusia.
Décadas de desarme redujeron las capacidades militares europeas. Solo el llamado "pequeño Norte" —Polonia, Finlandia, Suecia, Noruega, Dinamarca y los Estados bálticos— conserva fuerzas de defensa robustas. Pero ninguno de ellos dirige la política estratégica de la Unión Europea.
Mientras tanto:
- Donald Trump busca cerrar la guerra en Ucrania antes del próximo ciclo electoral.
- Rusia combina presión militar con negociaciones discretas.
- Europa influye, pero no decide: carece del poder duro para sostener su diplomacia.
Mundo Saturado de Conflictos:
El planeta parece un tablero desbordado de conflictos y tensiones:
- Gaza: Estados Unidos impulsa un plan de reconstrucción.
- Reino Unido: el presupuesto condiciona la supervivencia del gobierno Labour.
- África: una erupción volcánica en Etiopía altera rutas aéreas hacia Asia.
- Oriente Medio: Hamas entrega restos de un rehén.
- Brasil: Bolsonaro recibe condena de 27 años.
- Francia: nuevos arrestos por el caso Louvre.
- Canadá: auge histórico en la industria del vino.
El mapa internacional cambia más rápido de lo que las instituciones pueden procesar. Las potencias tradicionales pierden peso, mientras nuevas fuerzas emergen con agendas propias. Los conflictos —Ucrania, Gaza, Venezuela— confirman que nadie controla completamente la dirección del sistema global.
¿Qué implica la crisis venezolana para las potencias mundiales?
Venezuela y las Potencias:
La crisis venezolana dejó de ser un asunto interno: hoy es un punto donde chocan intereses de Estados Unidos, Rusia, China e Irán.
El despliegue del portaaviones USS Gerald R. Ford, nuevas sanciones y la presencia de asesores militares extranjeros recuerdan momentos históricos como la Crisis de los Misiles de 1962 o la intervención de 1965 en Santo Domingo.
Estados Unidos posee una ventaja militar abrumadora:
- Control aéreo con F-22, F-35, B-2 y B-52.
- Superioridad naval con portaaviones y destructores AEGIS.
- Inteligencia estratégica con satélites capaces de neutralizar sistemas venezolanos en horas.
Una operación militar sería rápida —48 a 72 horas para desarticular la infraestructura militar venezolana— pero políticamente explosiva. El costo humano, regional y energético sería enorme.
Rusia, China e Irán no arriesgarían una confrontación directa con Washington en el Caribe. Su apoyo sería limitado a inteligencia, ciberoperaciones y narrativa propagandística.
Además, la frontera de 2,200 km entre Venezuela y Colombia convertiría a Bogotá en la plataforma militar indispensable para EE. UU.
República Dominicana y el Caribe:
Una guerra provocaría:
- Migraciones masivas hacia las islas del Caribe.
- Aumento del narcotráfico y el crimen transnacional.
- Petróleo por encima de 120 dólares.
- Inestabilidad política y económica regional.
El Destino de Maduro:
En un escenario de conflicto:
- Buscaría asilo en Cuba, Nicaragua o Rusia.
- El chavismo se fracturaría.
- Estados Unidos impulsaría una transición pactada con militares y civiles moderados.
- La salida menos traumática sería un exilio negociado que evite destrucción masiva y migración descontrolada.
Lecciones Históricas por Estudiar Ahora:
- Bahía de Cochinos: nunca subestimar a un régimen atrincherado.
- Santo Domingo, 1965: toda intervención tiene un costo internacional.
- Vietnam: entrar es fácil; salir es difícil.
- Panamá y Granada: éxitos rápidos, irrepetibles en contextos complejos.
- Ucrania: ningún conflicto moderno es local; todo repercute en el sistema global.
El verdadero dilema:
La pregunta central es sencilla:
¿Debe Estados Unidos intervenir en Venezuela?
Puede hacerlo desde el punto de vista militar. Pero no está claro que le convenga desde el punto de vista político, humanitario, energético o diplomático.
A veces la negociación no es debilidad: es estrategia.
La gente está cansada de tantas crisis y problemas.
Los ciudadanos del mundo están agotados. Tras pandemias, inflación, crisis económicas y desinformación constante, la aspiración colectiva es simple: Vivir en paz.
Ni europeos, ni venezolanos, ni estadounidenses, ni chinos quieren guerras. Las guerras son decisiones tomadas por élites estratégicas, lejos de donde cae la primera bomba.
El mundo camina al borde del conflicto, pero nadie quiere cruzar esa línea. En un sistema internacional saturado de tensiones, solo hay una victoria auténtica: evitar la guerra.




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