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Barahona atrapada entre el polvo y el progreso


La exportación de materiales mineros por el puerto de Barahona es un tema que divide y, sobre todo, preocupa profundamente a la comunidad. Si bien la actividad minera es un motor económico que genera empleos e ingresos para la región, no podemos ignorar el costo ambiental y de salud pública que está pagando la “Perla del Sur”.

Las denuncias sobre la nube constante de polvo de yeso y otros agregados que se dispersa desde el muelle hacia el malecón y zonas aledañas de la ciudad son recurrentes y alarmantes. Este “polvillo” no solo afecta la calidad de vida de los habitantes, tiñendo de blanco viviendas y negocios, sino que representa un riesgo sanitario documentado, con expertos alertando sobre posibles afecciones respiratorias y otros males a largo plazo, como el cáncer.

La interrupción de estas operaciones por parte del Ministerio de Medio Ambiente en el pasado, y los posteriores memorándums de entendimiento con las empresas involucradas (como Khoury Industrial, Cemex Dominicana y Belfond Enterprise, y la que ha se ha agregado en los últimos meses de capital banilejo), demuestran que el problema es real y ha requerido la intervención estatal. Sin embargo, la percepción es que las medidas adoptadas no son suficientes o no se cumplen a cabalidad, pues las quejas persisten.

Barahona no puede seguir siendo rehén de un modelo de desarrollo que prioriza la ganancia inmediata sobre la salud de su gente y la integridad de su ecosistema. El puerto y las rutas de transporte no pueden convertirse en focos permanentes de contaminación atmosférica.

Es imperativo que el Estado y las empresas mineras reafirmen su compromiso con la sostenibilidad real. Esto implica:

* Tecnologías de Carga y Descarga a prueba de Polvo: Exigir y supervisar la implementación de sistemas de manejo de materiales cerrados, tolvas ecológicas y otras tecnologías de punta que minimicen la dispersión de partículas.

* Cumplimiento estricto y transparente: Fortalecer la fiscalización de los Planes de Manejo Ambiental, asegurando la higienización de vehículos y el uso de lonas herméticas en el transporte.

* Compensación y Diversificación: Las ganancias de la minería deben traducirse en inversiones tangibles para la ciudad, especialmente en salud pública, turismo sostenible y desarrollo de infraestructura verde, diversificando la economía y mitigando el impacto.

Barahona merece un futuro donde el progreso económico no venga de la mano de la asfixia ambiental. Es hora de pasar de los acuerdos en papel a la acción contundente, garantizando que el aire que respiran sus ciudadanos sea tan limpio como el potencial turístico que la región promete. La salud y el bienestar de Barahona no son negociables.

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